Decimos a nuestros asociados que la unión hace la fuerza, les vendemos cooperación, la gestión del conocimiento, les explicamos las ventajas del asociacionismo y los síntomas que denotan la enfermedad del asociacinismo y les hablamos de la función social y económica que cumplen nuestras organizaciones amparadas bajo el formato de entidades especializadas en lo que hemos dado en llamar “Gestión Horizontal”. Nos identificamos con el “naranja” color asociado con el fuego creativo, en las religiones orientales símbolo de la transformación, para los pueblos nativos de América del Norte el color del aprendizaje, del liderazgo…. Sin embargo, en una aparente falta de coherencia, no somos capaces de encontrar fórmulas para, aplicando los mismos principios, cooperar entre nosotros, aprender, transformarnos y liderar el complejo mundo en el que nos ha tocado vivir. Por cierto, en cambio vertiginoso y exponencial, con un epicentro económico que se traslada de norte a sur y de occidente a oriente.
La sensación de que “lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer” es según Karl Marx el preludio de una nueva era de cambios revolucionarios. Así ha ocurrido a lo largo de la historia en el paso del nomadismo al sedentarismo, las distintas revoluciones industriales y después las denominadas del conocimiento y tecnológica. Pero esa sensación, al tiempo, nos paraliza. Hablamos de cambio, de evolución, de reinnovación… pero solo eso, hablamos.
Recientemente asistí a mi primera reunión del Comité de Dirección de ANCECO. Se habló de buscar zonas de coincidencia que nos hicieran más competitivos… pero parece esta una asignatura compleja y pendiente desde hace tiempo. Por todo ello, difícil de abordar. Supongo que la actual coyuntura y la falta de tiempo de todos, no ayudan. No quiero siquiera plantearme que los males tan bien descritos por Javier Panzano cuando hace referencia al asociacinismo tienen aquí su reflejo (en especial los que se dirigen directamente al inmovilismo, cortoplacismo y ombliguismo).
En un intento de simplificar, propongo un sencillo modelo en el que cinco hipotéticas centrales de compra quedan representadas por un círculo cada una que superpuestos se recogen en la imagen que se adjunta, apreciándose nítidamente zonas o áreas de negociación en las que una o más coexisten. La más importante es la central, denominada como común o núcleo. ¿Qué productos / servicios podemos encontrar en este área? Se me ocurren los siguientes:
 ¿Deberían las Centrales fomentar el consumo cruzado en condiciones óptimas entre miembros? ¿Es esto una utopía?
¿Debería ANCECO hacer el papel de Central de Centrales? ¿Debería obtener un beneficio de dichos acuerdos vía rappel y repercutir una parte a los asociados en función de su participación? ¿Serviría este retorno para incrementar el número de Asociados y así hacer más fuerte a la propia Asociación? ¿Es bueno para todos que nuestros representantes sean más fuertes y cuenten con más recursos? ¿Debería adicionalmente ANCECO incentivar la presentación activa de nuevos asociados?
Para mí las respuestas son claras. Básicamente una cuestión de coherencia. Las circunstancias que vivimos lo requieren. Solo tenemos que encontrar la fórmula. Los tiempos de crisis son momentos para tener todos los radares activados. A mayor percepción de peligro en el entorno, mayor necesidad de agudizar los sentidos para escapar de cualquier amenaza. Como todos sabemos y en ello se fundamentan nuestras empresas, la unión hace la fuerza, la información, los intangibles y las personas con deseos de cooperar, el resto. El futuro próximo es tiempo de sumar capacidades, de aunar esfuerzos al menor coste posible.
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¿Pueden las Centrales de compra obtener sinergias fruto de su cooperación?
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